Los fisioterapeutas estamos acostumbrados a tener alumnos de prácticas en nuestras consultas. Algunos compañeros lo ven como una carga que tienen que soportar, pero para mí siempre ha sido algo con lo que me he sentido cómodo y que me ha ayudado a crecer como profesional. Tener alguien mirando cómo trabajas con ojos inquisidores te obliga a esforzarte, a ser mejor profesional y a tener que reencontrarte día a día con la fisioterapia, dejando de lado la rutina. También ver que aquello que se te ha dado desde hace tanto tiempo (la formación, el conocimiento, las enseñanzas que cada día aprendes con tus pacientes), es algo que puedes aportar a otros para que cometan menos errores que tú y sean grandes profesionales. 

Es por esto que empezó a picarme el gusanillo de la docencia y en el año 2018 empecé a impartir clases como profesor asociado  en la facultad de fisioterapia de la Universidad de Valencia.